Hoy, de nuevo, volvemos a tirar de los recuerdos para soñar con ese Domingo de Palmas y Ramos en el que el Señor baja para que Sevilla, pueda besar sus manos:
A Ti, Señor de la Salud.
A Ti, Rey de Reyes.
A Ti, Señor de nuestra raza
y Señor de los buenos cristianos.
Quiero contarte algo
que en mi alma me duele
y el corazón e hiere.
En Sevilla los silencios hablan.
Habla el silencio maestrante
con una faena de Romero y Morante.
Habla el silencio en el cante
cuando se reza con una saeta
dicha desde las entrañas
hiriendo al que la escucha y al aire.
Habla el silencio ante
un fatal desenlace
cuando Tú nos llamas
a disfrutar de la Gloria interminable.
Pero esta silencio de hoy,
Señor de la Salud,
en un Domingo de Palmas y Ramos
es mudo y nos deja el alma aturdida
ante tanta pandemia homicida.
Y en el aire de Sevilla se nota
porque hasta los vencejos
vuelan de otra forma.
Son arlequines en el aire sevillano
que van dibujando interrogantes
y no encuentran respuestas
si no es en tus bronceadas manos
que abrazan una cruz de madera,
peso de nuestras faltas y miserias.
Pero Tú, siendo undebé en este Valle,
nos consuela y nos das aliento
para frenar esta barbarie que acampa
por nuestras taciturnas plazas y calles.
Hoy te visitaremos desde cualquier
estampa de nuestra cartera,
desde cualquier lámina
de un almanaque que cuelga
en el salón o en la cocina
o desde cualquier pantalla
de las nuevas tecnologías.
Y nos quedaremos atónitos
ante tu semblante
de humilde cobre
pero de Señor elegante
que presumes de prestancia
enseñando tus puños
de camisa blanca.
Y daremos un beso de esperanza
dejándolo grabado en el papel
o en la fría pantalla
que para nosotros, hoy
es el reflejo fiel de Tu Cara.
Suerte tienen el Pele, los Evangelistas
y Santa Ángela de la Cruz
que pueden besar tus manos
bronceadas de amor,
caridad y clemencia
pidiendo tu salud.
Siendo testigos de ello,
El Valle, El Rocío, La Inmaculada
y tu Madre Bendita
de las Angustias Coronada
que interceden para la sanación
de un pueblo que dormita
con la esperanza de verte
de frente y redescubrir tu verdad
que es la que salva
y se llama Libertad.
Y volveremos a vivir
un Domingo de Palmas y Ramos
no desde los balcones
sino desde el beso
musitado en tus manos
que implore Salud
para el orbe cristiano
y para tus hijos,
los sevillanos.
(Texto Faustino De la Villa)