El domingo 19 de marzo, poniamos fin a nuestros cultos anuales en honor y gloria a Nuestro Padre Jesús de la Salud con la celebración de la Función Principal de Instituto con Misa de Comunión General y Protestación de Fe.
En torno a las 11:30 horas daba comienzo la eucaristía que en esta ocasión presidió el Rvdo. Padre D. Plácido Manuel Díaz Vázquez, Delegado Diocesano de Pastoral Gitana, quien también ocupó la sagrada cátedra los días de Quinario, concelebrando además, D. Miguel Canino, Rector de nuestro Santuario, y D. Juan Dobado, Director Espiritual de nuestra Hermandad.
Durante la homilía, el Padre Plácido ponía fin a ese camino que iniciamos el martes 14 de marzo. Una vía espiritual que hemos emprendido experimentado el amor de Dios, comenzando desde el perdón, sabiendo que es como las flores que después de ser pisoteadas siguen desprendiendo su aroma. En la segunda etapa sentimos la sed de Dios. En el tercer día miramos a nuestro lado y nos dimos cuenta que no caminamos solos, que tenemos la compañía y el apoyo de nuestros hermanos que caminan con nosotros en nuestra vida. En el cuarto día nos llegó la noche e hicimos un alto en el camino para ver que durante las noches oscuras del alma también habla Dios, y le pedimos al Señor de la salud que él fuera la luz que ilumina nuestras madrugadas eternas para poder ser un reflejo de su amor para nuestros hermanos. En el quinto día pudimos sentir el peso de nuestras mochilas en este camino pesado y difícil que es la vida, vimos como Jesús coge su cruz y sigue caminando, vimos como en la soledad del calvario y del sufrimiento estaba su madre, ella quien con su pañuelo limpia nuestras Angustias, nos tiende su mano y nos ayuda con el peso de nuestras cruces, dándonos la Salud eterna.
Y en la Función Principal, «como culmen a este camino, espiritual solo nos queda mirar al Señor de la Salud, con esa mirada de amor. Porque no hay peor ciego que aquel que no quiere ver. Seguimos teniendo nuestros ojos tapados ante el perdón, el sufrimiento, el dolor o las injusticias. Seguimos siendo ciegos o miramos a otro lado para no encontrarnos con nuestros hermanos que caminan junto a mi, seguimos ciegos ante el agua de la vida que calma nuestra sed, seguimos siendo ciegos en esas noches de tiniebla y desesperanza donde no vemos la luz de la fe, seguimos siendo ciegos ante la carga pesada de la cruz. Hoy volvemos al principio para pedir la salud de nuestras cegueras».
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