El pasado 8 de septiembre, Día de la Natividad de la Virgen, María Santísima de las Angustias estrenaba un Rosario de amatistas al cual le llevemos llamado el Rosario de Ceferino, por la historia que ahora pasamos a detallar.

En medio del Río Tíber, a su paso por Roma hay una isla que atesora mil historias apasionantes desde la antigüedad. Allí se asienta una preciosa Basílica donde se veneran las reliquias del apóstol San Bartolomé que le da su nombre.

Esta iglesia está regida por la comunidad laica de san Edigio, dedicada en pleno a la oración, los pobres y la paz.

Tan magnífico entorno, fue el elegido por San Juan Pablo II para erigir el memorial de los nuevos mártires de los siglos XX y XXI, con reliquias y recuerdos de todos estos santos martirizados, que
fueron repartidas por los altares de la iglesia.

Aunque desde hace un año permanecen en la cripta,
donde se ha hecho un precioso museo gracias a la generosidad de la ciudad de Chicago, cuyo
arzobispo es el cardenal titular de esta basílica romana de san Bartolomé.

Entre estos recuerdos aparece uno del Beato Ceferino Giménez Malla “El Pele”. La primera persona gitana beatificada, de ejemplar vida y que fue asesinado en la madrugada del 9 de agosto de 1936 en Barbastro (Huesca).

Vivía entregado a su familia y sus devociones, sobre todo la que sentía por la Virgen y por el Santísimo Sacramento. Cuidaba enfermos y ancianos a los que socorría a pesar de su humilde situación y participaba activamente en las catequesis de los niños del pueblo.

Todo el mundo lo apreciaba y muy especialmente Nicolás Santos de Otto, un hombre cultísimo, que lo defendió en un proceso injusto y que lo apreciaba tanto como amigo, que buscaba su conversación y compañía y quiso que le acompañase en algún viaje, como el que realizó a Madrid para asistir a la Consagración de España al Corazón de Jesús en 1919, donde se inauguró el monumento, con el Rey Alfonso XIII y el gobierno en pleno presentes.

Allí aumentó “El Pele” su devoción al Corazón de Jesús y a Cristo Rey.

Probablemente acompañase también a don Nicolás al Congreso Catequístico de Zaragoza en octubre de 1930, debido a su implicación en la labor catequista de su pueblo y a la importancia de semejante acontecimiento religioso en la vecina Zaragoza.

Hay un interesantísimo libro que hace la crónica oficial de dicho acto. En él se resume la multitud
de actos y ponencias celebrados, participantes, cartel, medalla y conclusiones.

Se establecieron juntas por zonas para participar en este congreso y Barbastro no fue una excepción, destacamos al presidente, el canónigo D. Marcelino Capalvo (director de los Jueves Eucarísticos a los que acudía sin falta el Pelé) y el vocal D. Félix Sanz, ambos serían detenidos junto con Ceferino en 1936 y asesinados por su fe. En el caso de don Marcelino, debido a su labor de escritor, se le cortó antes la
lengua según una testigo.

Coincidieron en la cárcel improvisada, sacerdotes y seglares, de todos los estamentos sociales, políticos o no, daba igual porque la causa de su “culpa” era que participaban en la misa, así de simple.

Ceferino fue encarcelado por defender a uno de estos sacerdotes que estaba siendo detenido,
pero se le dio la oportunidad de ser puesto en libertad si renunciaba al rosario que rezaba
continuamente en su reclusión, a lo que él se negaba con rotundidad diciendo “me lo han quitado
todo pero no me van a quitar rezar”. Con el Rosario en sus manos fue fusilado tras gritar “Viva Cristo Rey”.

Como fue arrojado a una zanja con otros fusilados, no existen reliquias de su cuerpo, pero sin
embargo, sí se venera un fragmento de su rosario en este museo de los mártires en Roma.

Prendida de este fragmento del Rosario hay una hermosa medalla, que no es otra que la que llevaron los participantes en el congreso de catequesis de Zaragoza en 1930. Esto nos hace pensar que o bien Ceferino fue una de las 51 personas que procedentes de Barbastro participaron en el congreso, o se la regaló algún piadoso amigo y él la colgó en el rosario como era habitual costumbre de nuestros mayores.


En el año 2020 un hermano de Los Gitanos que contempló en Roma la reliquia, encontró en un
anticuario español una medalla igual, cuyo valor material no es grande pero sí el sentimental.

La adquirió con la idea de que su familia donase un Rosario a la Santísima Virgen de las Angustias para
prender la medalla, como la llevaba el beato Ceferino.

Recientemente adquirieron el Rosario deseado para tal fin, que es una hermosa pieza del Siglo XIX,
de filigrana de plata y cuentas de finas Amatistas, con la peculiaridad de que en la cruz que lo remata, aparece por un lado Jesucristo y por el otro, la Inmaculada Concepción.

Como hemos dicho, se le añadieron además algunas medallas como hacía la piedad de nuestros mayores y el propio Pele.


La primera, la medalla del Congreso, una bellísima obra de 1930, de forma rectangular en la que aparece por una cara la escena evangélica de Jesús con los niños y al fondo el Vaticano, que es como dice la crónica “el foco de donde irradia la luz del catecismo”.

En el reverso va la Virgen del Pilar, con el fondo de su Basílica porque se celebró en Zaragoza. Tiene la estética propia de los años 30 del pasado siglo y fue obra de Eusebio Aguilar, platero de las dos catedrales de la ciudad.

El Beato Ceferino como mariano y como aragonés era devoto de la Virgen del Pilar, siendo además
patrona del pueblo en el que se crió.

Porta el rosario además una medalla antigua con el Sagrado Corazón, como memoria de aquella
consagración de España a esta advocación que El Pele vivió con intensidad en Madrid.

Se le han grabado por detrás las últimas palabras del beato y la fecha de su fusilamiento, “Viva Cristo Rey, 9-8-1936”.

Finalmente lleva una preciosa medalla del siglo XIX con el Santísimo Sacramento, la mayor devoción del Beato Ceferino, que contaban sus sobrinas que incluso lloraba en su Exposición.

Así ha quedado este nuevo Rosario donado a la Virgen, con elementos que sirvan como testimonio
de las devociones de Ceferino, pleno de simbolismo con sus medallas, además del color morado de
sus piedras, distintivo de nuestra Hermandad y del hábito que vestía el Beato en Semana Santa.

Sirva este testimonio de veneración a María Santísima de las Angustias en este mes del Rosario, y como recuerdo especial del Beato Ceferino, cuando se aproxima el Congreso Nacional de Pastoral Gitana en el que procesionará nuestra imagen de El Pele.

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