«CARGADO CON NUESTROS PECADOS»

Para este primer día, tomamos este versículo de la primera carta de Pedro, “cargado con nuestros pecados”, donde expone cómo Cristo ha llevado la cruz voluntariamente por nuestra salvación. Aun viendo a nuestro Titular sólo a través de imágenes en los medios de comunicación, privándonos de acudir a su Santuario, de verle cara a cara, aún así perseveramos en nuestro amor hacia Él ya que tenemos grabada su Imagen en nosotros.

En este tiempo de prueba, ofrecemos este sufrimiento al Señor. Si el cristiano descubre entonces el sentido del sufrimiento y, sin temor a los hombres, acepta la cruz pacientemente, su dolor estará fortalecido con la esperanza que no defrauda; imitará al Maestro que también padeció injustamente, y alcanzará la vida.

Mira su Imagen, cargado con nuestros pecados, no sólo con los tuyos, sino con los de toda la humanidad, de toda la historia. Cansado, pero no hundido, como Cordero llevado al matadero, inocente, sin abrir la boca. Su muerte será Vida.

Jesús de la Salud, que fue llevado a la muerte como oveja al matadero; Jesús, por cuyas heridas hemos sido curados, vive, y ahora es el pastor y guardián de nuestras vidas. El sufrimiento del cristiano, asociado al sufrimiento de Cristo, tiene un sentido redentor. La paciencia cristiana es la única manera de resistir a la injusticia sin desesperaciones suicidas y sin traiciones cobardes a la justicia.

Busca un momento de silencio ante la Imagen del Señor de la Salud, en una estampa, en la pantalla de tu móvil o de tu ordenador y piensa en el sufrimiento de Cristo, un sufrimiento que es redentor y nos libera del pecado. Este tiempo de prueba, cada uno en su casa con su familia, preocupados unos por otros, orando por los enfermos y todos los que trabajan en los hospitales y al servicio de los ciudadanos, va a dar un fruto que permanezca, que sea recordado. Ese fruto es su nombre, Salud, del cuerpo y del alma, la Salvación en plenitud.

Junto a su lado está Ella, la Madre de las Angustias de su Hijo y de todos sus hijos, no hay consuelo mayor que el de la Madre junto a su Hijo, y para nosotros no hay ternura más grande que tenerla a Ella en medio de nuestras tinieblas.

Rvdo. Padre.  D. Juan Dobado Fernández OCD

Director Espiritual de la Hermandad

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