Desde la Edad Media la Iglesia ha venido dedicando el dos de noviembre a la memoria de los Fieles Difuntos, con misas para pedir por sus almas durante el propio día y a lo largo de todo el mes.

Uniéndonos a este recuerdo por nuestros seres queridos desaparecidos, tradicionalmente, nuestras Dolorosas se visten con austeridad y colores asociados al luto, como son el negro y el morado que es el que en la liturgia se usa para los funerales.

Por eso, la Santísima Virgen de las Angustias ha sido ataviada de luto, con manto y saya de terciopelo negro y bordados en oro obra de Fernández y Enríquez en 2002.

El tocado es una interesante pieza de nipis de procedencia filipina del siglo XIX, una verdadera joya de exquisito bordado con rosas y espinas, donado por el equipo de Priostía en el 2021.

Como ya comentamos en otras ocasiones la Virgen tiene diversas piezas en su ajuar de esta misma labor, que se realiza con una fibra extraída de una variedad de la piña en un proceso complicado y laborioso.

El pañuelo es de la misma técnica, procedencia y época, pero con una exquisita labor de cintas entrelazadas, donado por su camarera, Antonia Sánchez, en 2020, al igual que el rosario del siglo XIX que porta, de cristal ámbar facetado y plata.

Como corresponde a la festividad, porta pocas joyas y austeras, prevaleciendo el color morado de la amatista en un broche antiguo que le regaló la Familia Casablanca y con el que adorna el cíngulo. Esta lazada está realizada con una banda de pasamanería del siglo XIX de oro fino donada por Enrique Casellas en 2021.

Lleva algunas piezas habituales como su Puñal de Villarreal, la medalla de los Desamparados y el broche de Patrona de los Donantes de Órganos. Estrena una hermosa cruz de procedencia gallega realizada en piedra natural y plata, donada por un grupo de hermanos que realizó el Camino de Santiago.

Ha sido colocada bajo el querubín de filigrana de plata que acompañó a la Virgen en su reciente peregrinación a la Catedral y que se puso a modo de recuerdo por tantos niños que sufren en la Guerra, por la enfermedad, por los que esperan un trasplante, por los no nacidos y especialmente por el pequeño Manuel que hace poco se fue “al Cielo con Ella”.

Sirva esta estampa de la Virgen de luto para recordar a los que ya no están físicamente con nosotros, para que ofrezcamos una oración por sus almas, y para que conforte y aliente a sus familias. La que es Consuelo de los afligidos alivie nuestras Angustias.

Cerramos este texto con el fragmento de un verso de José Zorrilla, gran poeta asociado de manera inseparable al mes de noviembre.

 

Pues mi postrera esperanza

En tu noble amparo fijo,

Ruega ¡oh Madre! por un hijo

Al Dios que engendró la luz.

Y en aquel tremendo día

De justicias y de espanto,

Que me salve a mí tu llanto

Al pie de la santa cruz.

 

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